
"Cumpleaños Sorpresa" Parte 1.
¡Cállate o Morirás! Fue lo único que logre escuchar cuando ese aterrador payaso, hervía a mi hermanita en aceite.
Esa misma tarde mi padre había decidido darle una sorpresa a mi hermanita, pues era su cumple años número 6, así que decidió hacerle una pequeña fiesta con payasos y globos.
Todo marchaba bien y la fiesta se efectuó a tiempo, los amiguitos de mi hermana se fueron yendo poco a poco pero los payasos no daban ni una señal de vida. Mi padre desesperado y con teléfono en mano, marcaba y marcaba, pues había dado un adelanto por una suma algo elevada.
Poco a poco las horas pasaban lentamente y el reloj perturbaba nuestra paz, ya estaba atardeciendo, mi padre enojado y mi hermanita llorando. Fue entonces que el ruido de una camioneta se escuchó y al salir corriendo a la calle, esta se estaciono enfrente de la casa, fue entonces que mi padre logro ver que bajaba solo un payaso de ella.
Él se cuestionó pues le habían dicho que eran cinco los que efectuarían la función. Mi hermanita estaba llorando pedía a gritos a los payasos, entonces mi padre no tuvo más remedio que pedirle que la efectuara, pese a las casi tres horas de retraso. No sé en qué momento la desesperación me formo un miedo, pero sinceramente en cuanto vi la cara de el payaso, un escalofrió recorrió mi cuerpo pues este era demasiado horrible.
Al inicio pidió un voluntario para su nueva función y en cuanto dijo - ¿Quién será el o la valiente? Mi hermanita en ese momento se puso a hacer berrinches con tal de que yo fuera el elegido. Pero pese a mis suplicas de que no deseaba, mis padres solo alegaron que era el cumple años de ella y que tenía que obedecer.
Al instante el me puso una venda en los ojos y me dijo ¡No te la quites por ningún motivo! Yo le hice caso, pero tan solo pasaron unos segundos con la venda puesta y escuche un grito espantoso, el cual era de mi hermanita.
Sentía pánico en ese momento pues no sabía que estaba pasando, pero al intentarme sacar la venda de los ojos, las manos me fueron agarradas con fuerza y atadas. Tenía ganas de llorar y miedo de que en vez de payasos, fuera un ladrón que aprovecho la ocasión para cometer sus fechorías.
El cuerpo se me paralizo cuando el vendaje cayó al suelo pues este maldito tenía a mi hermanita sobre un caldero de aceite hirviendo. Ella gritaba y gritaba pues estaba casi traumada por lo que estaba pasando, pero el reía solamente con esa burla que los caracteriza.
Seguido a eso, solo logre escuchar la voz de aquel miserable payaso, el cual le decía a mi hermanita ¡Cállate o te mato! Pero como ella seguía gritando y llorando, este la introdujo sin algún rastro de piedad en el aceite hirviendo.
Las ganas de romper mis amarres y salvar a mi hermanita eran obvias, pero todo era inútil pues estas eran demasiado apretadas. Lentamente cerré mis ojos y con fuerza pedía que todo fuera mentira, pero al abrirlos nuevamente la realidad era otra.
Al verlos de cerca mi mente divago y recordé las noticias del fin de semana, sobre unos payasos que viajaban en una camioneta dorada con estrellas plateadas y que en la parte de atrás, no llevaban juguetes, globos, trucos o cosas con las cuales se diviertan los niños y en lugar de ello esta estaba plagada de moto sierras, ollas, sopletes y cadenas.
Eran los peores psicópatas que uno se hubiera imaginado pero con el atuendo de payasos, ellos se hacían llamar "El show de la tortura" y su lema era, si sobrevivías, hubieras preferido haber muerto. La camioneta era exactamente como la fue descrita y ellos eran tan repugnantes, aterradores.
Tan solo veía a mi hermanita y su mirada que se desvanecía lentamente mientras su cuerpo se llenaba de empollas y su piel se tornaba rosada, en el fuego de los sopletes seguían calentando la gran olla con el aceite a 300 grados. En ese momento solo pensaba en que mi hermanita sobreviviera, pero era tanto el dolor que lo podía oler.
Sus gritos poco a poco se desvanecían y después llegue a desear que muriera pronto, pues era un martirio lo que ella sufría. De repente un payaso se acerca y me susurra al oído.- ¿Disfrutando de la función? .
Sentí como su aliento entraba a mi oído, me penetraba todo el cuerpo y apuñalaba mi corazón. Yo solo quería que todo terminara y así fue, pues cuando la piel y los intestinos chamuscados flotaban y no quedaba rastro de ella más que solo los huesos y la nauseabunda peste del cuerpo cocinado.
Fue entonces cuando escuche cadenas saliendo de la camioneta, con unos perros de gran tamaño, en ese instante me sentí aterrorizado, al ver los hocicos, sus correas con picos y enseñando unos grandes y afilados colmillos, sin duda algo malo se acercaba pues estos perros no eran normales. Miraba a mí alrededor buscando el rostro de mis padres, pero no lograba ver a ninguno de los dos, solo a esos psicópatas payasos mirándome con sus ojos dementes, esperando hacer de mí un espectáculo más.
En ese momento mis lágrimas se agrandaron al igual que el terror y el miedo, pues no dejaba de pensar que pasaría con migo ahora. Poco a poco retiran los restos de mi hermana de la caldera y se lo arrojan a los perros, estos en ese instante se acercan y engullen de horribles bocanadas, haciendo crujir cada hueso calcinado. No puedo soportarlo más siento a mi estomago revolverse y querer salir por mi garganta.
¡Tú eres la función especial! .- Grita el mismo payaso desquiciado que hace unos minutos doraba a mi hermana, mi entrar sus labios se despegan en una tétrica sonrisa que muestra sus pútridos dientes.
Se dirigen a la camioneta dorada y comienzan a sacar de ella un par de artefactos de lo más extraños, de repente siento correr por mi entrepierna un liquido tibio, creo que me he orinado en los pantalones. El primer payaso me sujeta y me coloca en un artefacto de madera parecido a una ruleta, me amarra de los pies y manos y hace girar la ruleta, en ese momento mi estómago comienza a vaciarse.
Inminentemente siento un pedazo de metal clavado en la muñeca que atraviesa los huesos y me hace sentir un dolor horrible, o eso pensaba yo, hasta que una punta sale por mi rodilla partiéndola en dos, de repente otro golpe más y mi costilla es perforada, el dolor ahora es indescriptible. La sangre resbala lentamente por mi cuerpo y me empapa la camisa, ya no puedo aguantar más he llegado al límite.