Diccionario del crimen. Capítulo II: Esclavitud
Supongo que ha sido inevitable que hayan oído hablar del escabroso caso de Natasha Kampusch que ha estado retenida durante los últimos ocho años por un maniaco que se suicidó después de que la prisionera se le escapara en un descuido.
Que yo sepa es el caso de secuestro criminal más largo de la historia. No obstante hay un precedente del que trata la Biblia del Mal y del que vamos a hablar hoy
Tampoco es que haya muchas similitudes entre los dos casos de no ser el hecho de la extraordinaria duración del secuestro, un tipo de crimen que generalmente suele resolverse para bien o para mal en poco tiempo.
En primer lugar la víctima del caso que nos ocupa no era una niña.

Colleen Jean Stan tenía ya veinte años cuando tuvo un encuentro fatal con el matrimonio formado por Cameron y Janice Hooker mientras hacía autostop en algún punto entre Oregon y el Norte de California. Era el año 1977


A un autostopista aceptar un viaje en coche con una pareja joven y un bebé puede parecerle una apuesta segura pero resultó ser el comienzo de una rutina de siete años de suspensión, azotamientos, confinamiento, abuso sexual y semiahogamientos, para lo cual Cameron Hooker se valió de una técnica desarrollada por el asesino George Joseph Smith, consistente en levantar a Colleen por las rodillas para obligarla a hundir la cabeza en el agua de una bañera.
Al parecer todo había empezado varios años antes cuando Cameron había encontrado resistencia en su esposa, la también veinteañera Janice, a la hora de llevar a cabo algunas prácticas sexuales muy bizarras como colgarla por las muñecas de unas ramas o que cuando hacían el amor la atara y la estrangulara hasta dejarla inconsciente. Tras estas reticencias su marido le habló entonces de una mujer que no pudiera negarse y ambos empezaron su búsqueda hasta que se tropezaron accidentalmente con Colleen.
Al igual que en el caso austriaco, el secuestrador trató de darle al cautiverio un aire de solemnidad creando una fantasía de esclavitud sexual en la que Colleen firmo un contrato e incluso recibió un carnet plastificado que probaba su condición. También le habló de una ficticia compañía responsable de la dirección de las esclavas norteamericanas.
Bajo contrato pues, Colleen se comprometió a que su cuerpo estuviera siempre visualmente disponible, sin bragas y con las rodillas separadas en presencia del amo. Cuando Cameron exclamaba ¡Atención!, Colleen se desnudaba y se ponía de puntillas con las manos por encima de la cabeza.
Después de un par de años, Colleen fue recompensada con una salida nocturna a una sala de baile. Despojada de voluntad propia y del recuerdo de su vida anterior, al final de la noche se presentó e informó de lo que había hecho. Por aquel entonces la muchacha vivía en una caja situada debajo de la cama del matrimonio de donde la dejaban salir una hora al día para lavarse y asearse, cuando llegaba el otoño la llevaban a hacer excursiones a la montaña.
En 1981, un fin de semana, Cameron decidió llevar a su esclava a ver a sus padres (quienes creían que había muerto). Durante el viaje Cameron informó a Colleen que los empleados de la compañía habían montado un riguroso sistema de vigilancia para cubrir toda la operación, él por su parte fingió ser el prometido de la muchacha. La visita transcurrió agradablemente, aunque a los padres de Colleen les pareció que su hija estaba demasiado pálida. Pasó una noche con su padre y otra con su madre. Cuando Cameron la recogió antes de lo acordado, ella se marcho dócilmente pero estuvo mohína en el viaje de vuelta, con lo cual volvió a la caja por otros tres años.
Pasó el tiempo y las condiciones del cautiverio mejoraron, Colleen recibió una habitación pero Cameron decidió que a cambio ella tenia que ganarse su sustento y le ordenó que trabajara de camarera en un hotel. Cada noche regresaba a casa.
Pero entonces algo cambió, Janice comenzó a romper el equilibrio de todos con sus confusas ideas sobre el cristianismo. Para ella, la esclavitud entraba en contradicción con las enseñanzas impartidas en la iglesia a la que los tres acudían, tanto que le pidió a su marido que matara a Colleen. Cuando él se negó, ella decidió ir a verla al trabajo y le reveló que no era realmente una esclava sino que había nacido libre. Después de una noche de llanto, las dos mujeres huyeron. Esto ocurrió el 9 de agosto de 1984.
Colleen se fue en busca de sus padres pero Janice acabó regresando con su marido para comenzar de nuevo. Todos se mantuvieron en contacto. Colleen había jurado no decir nada a las autoridades pero unos meses más tarde fue nuevamente Janice la que rompió el pacto, contó todo lo ocurrido a la recepcionista de un médico, que la remitió al pastor de la localidad y este a su vez a la policía.
Un año más tarde tuvo lugar el juicio, Cameron Hooker fue descrito por el juez como “el psicópata más peligroso con el que jamás he tratado”. Luego le condeno a 104 años.
Que yo sepa es el caso de secuestro criminal más largo de la historia. No obstante hay un precedente del que trata la Biblia del Mal y del que vamos a hablar hoy
Tampoco es que haya muchas similitudes entre los dos casos de no ser el hecho de la extraordinaria duración del secuestro, un tipo de crimen que generalmente suele resolverse para bien o para mal en poco tiempo.
En primer lugar la víctima del caso que nos ocupa no era una niña.

Colleen Jean Stan tenía ya veinte años cuando tuvo un encuentro fatal con el matrimonio formado por Cameron y Janice Hooker mientras hacía autostop en algún punto entre Oregon y el Norte de California. Era el año 1977


A un autostopista aceptar un viaje en coche con una pareja joven y un bebé puede parecerle una apuesta segura pero resultó ser el comienzo de una rutina de siete años de suspensión, azotamientos, confinamiento, abuso sexual y semiahogamientos, para lo cual Cameron Hooker se valió de una técnica desarrollada por el asesino George Joseph Smith, consistente en levantar a Colleen por las rodillas para obligarla a hundir la cabeza en el agua de una bañera.
Al parecer todo había empezado varios años antes cuando Cameron había encontrado resistencia en su esposa, la también veinteañera Janice, a la hora de llevar a cabo algunas prácticas sexuales muy bizarras como colgarla por las muñecas de unas ramas o que cuando hacían el amor la atara y la estrangulara hasta dejarla inconsciente. Tras estas reticencias su marido le habló entonces de una mujer que no pudiera negarse y ambos empezaron su búsqueda hasta que se tropezaron accidentalmente con Colleen.
Al igual que en el caso austriaco, el secuestrador trató de darle al cautiverio un aire de solemnidad creando una fantasía de esclavitud sexual en la que Colleen firmo un contrato e incluso recibió un carnet plastificado que probaba su condición. También le habló de una ficticia compañía responsable de la dirección de las esclavas norteamericanas.
Bajo contrato pues, Colleen se comprometió a que su cuerpo estuviera siempre visualmente disponible, sin bragas y con las rodillas separadas en presencia del amo. Cuando Cameron exclamaba ¡Atención!, Colleen se desnudaba y se ponía de puntillas con las manos por encima de la cabeza.
Después de un par de años, Colleen fue recompensada con una salida nocturna a una sala de baile. Despojada de voluntad propia y del recuerdo de su vida anterior, al final de la noche se presentó e informó de lo que había hecho. Por aquel entonces la muchacha vivía en una caja situada debajo de la cama del matrimonio de donde la dejaban salir una hora al día para lavarse y asearse, cuando llegaba el otoño la llevaban a hacer excursiones a la montaña.
En 1981, un fin de semana, Cameron decidió llevar a su esclava a ver a sus padres (quienes creían que había muerto). Durante el viaje Cameron informó a Colleen que los empleados de la compañía habían montado un riguroso sistema de vigilancia para cubrir toda la operación, él por su parte fingió ser el prometido de la muchacha. La visita transcurrió agradablemente, aunque a los padres de Colleen les pareció que su hija estaba demasiado pálida. Pasó una noche con su padre y otra con su madre. Cuando Cameron la recogió antes de lo acordado, ella se marcho dócilmente pero estuvo mohína en el viaje de vuelta, con lo cual volvió a la caja por otros tres años.
Pasó el tiempo y las condiciones del cautiverio mejoraron, Colleen recibió una habitación pero Cameron decidió que a cambio ella tenia que ganarse su sustento y le ordenó que trabajara de camarera en un hotel. Cada noche regresaba a casa.
Pero entonces algo cambió, Janice comenzó a romper el equilibrio de todos con sus confusas ideas sobre el cristianismo. Para ella, la esclavitud entraba en contradicción con las enseñanzas impartidas en la iglesia a la que los tres acudían, tanto que le pidió a su marido que matara a Colleen. Cuando él se negó, ella decidió ir a verla al trabajo y le reveló que no era realmente una esclava sino que había nacido libre. Después de una noche de llanto, las dos mujeres huyeron. Esto ocurrió el 9 de agosto de 1984.
Colleen se fue en busca de sus padres pero Janice acabó regresando con su marido para comenzar de nuevo. Todos se mantuvieron en contacto. Colleen había jurado no decir nada a las autoridades pero unos meses más tarde fue nuevamente Janice la que rompió el pacto, contó todo lo ocurrido a la recepcionista de un médico, que la remitió al pastor de la localidad y este a su vez a la policía.
Un año más tarde tuvo lugar el juicio, Cameron Hooker fue descrito por el juez como “el psicópata más peligroso con el que jamás he tratado”. Luego le condeno a 104 años.